jueves, 24 de marzo de 2011

Yo tomo agua

Les comparto lo que he aprendido hasta ahora…

El agua es el segundo nutriente vital después del oxígeno. Es sabido que, aproximadamente, dos tercios de nuestro cuerpo están compuestos por agua. (fundamentalmente sangre, linfa y líquido intracelular). Pensemos lo siguiente: ¿cuánto sobrevive una persona sin agua? Nuestro organismo interpreta la escasez de agua como una amenaza vital que, como cualquier otra amenaza a nuestra vida, desencadena una reacción de alarma. Si desatendemos sistemáticamente dicha señal, el estrés celular persiste, haciéndose crónico. Y si bien podemos adaptarnos hasta cierto punto a la escasez crónica de agua, esto no deja de tener consecuencias negativas. ¿Cuánto de nuestro estrés crónico, cuántos de nuestros malestares y enfermedades se deben al simple hecho de que no estemos ingiriendo suficiente agua? En otras palabras, ¿cuántos de nuestros problemas podrían resolverse (de forma fácil y económica) bebiendo más agua? 
 
Según el médico iraní, Fereydoon Batmanghelidj, la gran mayoría de las “enfermedades” que asolan al hombre moderno se deben casi exclusivamente a la deshidratación crónica en que vivimos. ¿Por qué? Néstor Palmetti nos explica que la calidad de nuestros fluidos es fundamental para asegurar, tanto la correcta nutrición como la eficiente evacuación de los desechos que generan nuestras células. Todas las reacciones bioquímicas del cuerpo se realizan en un medio acuoso, por tanto, su deficiencia afecta directamente nuestra salud.
 
¿Cómo saber si estamos ingiriendo suficiente agua? 

Según Patrick Holford (1), síntomas característicos de la falta de agua son: tendencia a la constipación, estar siempre con sed, problemas en las articulaciones, cansancio, dificultad para concentrarse, comer en exceso, piel y cabello resecos, infecciones frecuentes y orina oscura. Según este autor, para saber cuánta agua necesitamos, consideren que cada día el organismo está eliminando entre 2 y 2,5 litros de agua a través de la orina, las heces, el sudor y la respiración, y que para mantener el equilibrio hidro básico del cuerpo es preciso ingerir una cantidad de agua equivalente a la que perdemos. Pero lo cierto es que muy pocas personas ingieren la cantidad necesaria de agua pura (aprox. 8 vasos). Una de las razones es que tendemos a confundir la sed con el hambre. Según Patrick Holford, la sed es un mecanismo de advertencia que se activa cuando hemos perdido entre un 1 y un 2 porciento del agua corporal. Si ignoramos esa señal o la confundimos con hambre, la deshidratación puede continuar hasta un 3 porciento, afectando seriamente nuestro rendimiento físico y mental. Por esta razón, la próxima vez que sientas hambre, prueba beber agua. Si la sensación de supuesta hambre desaparece, lo más probable es que se tratara en realidad de sed.
 
Recomendaciones básicas para una adecuada hidratación (1):

• Beber entre 2 y 2,5 litros de agua pura. Para un adulto el óptimo son 8 vasos. Pero si sudas más, ya sea por ejercicio y/o calor ambiental, necesitarás beber más agua.

• Tomarla dosificada a lo largo del día y distanciada de las comidas, de preferencia antes de las comidas, para evitar confundir la sensación de sed con la de hambre y para no diluir los jugos gástricos (mejorar la digestión y absorción de nutrientes).

• Ingerir más agua de la que necesitas no es mejor y puede ser peor, ya que puede llevar a una sobre hidratación que, en casos extremos, puede ser incluso mortal (ej.: tomar 10 litros en un par de horas).
 
Referencias bibliográficas

(1) Holford, Patrick (2004). The new optimum nutrition bible. Crossing Press, Berkeley, Toronto
 
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