Acerca de mi


Cuando era niña lo que más disfrutaba era estar en la naturaleza, bailar y crear con mis manos. Me gustaba pintar, escribir, preparar postres y cultivar todo tipo de vegetales en mi balcón. ¡Nunca olvidaré la emoción que sentí cuando vi mis lentejas en flor! También recuerdo haber tenido diversas inquietudes medioambientales: lo que más me preocupaba es que tantos animales estuviesen en peligro de extinción. Todo eso siempre formó parte de mi esencia. Sin embargo, a medida que fui creciendo, por diversas razones, me fui alejando de mi/la naturaleza y me fui perdiendo... Y también me fui enfermando. 
Con el paso del tiempo, mis síntomas y dolencias fueron en aumento, hasta que un día ya no pude ignorar más los mensajes que me daba mi cuerpo... era totalmente inútil intentar negarlos, esconderlos o combatirlos. Entonces, cambié totalmente el enfoque: dejé de tratar mis síntomas como si fuesen enemigos que estaban empeñados en poner obstáculos en mi camino hacia la felicidad. En vez de ello, comencé a acogerlos y escucharlos como si fuesen mis mejores aliados/guías/maestros, quienes en realidad estaban intentando ayudarme. Y, efectivamente, mis síntomas me dieron el empujón necesario para decidirme a salir de aquel camino por el que iba y atreverme a desafiar muchos hábitos, temores y creencias, que había adoptado como propios, sin ser consciente de ello. Luego, mis nuevos aliados fueron guiándome al inicio de mi recorrido a campo traviesa, cuando comencé a preguntarme qué es lo que realmente necesito para recuperar mi salud y mi vida.  
Emprendí así un caminar  más atento, más receptivo que antes. Y mientras iba tomando más consciencia de mis necesidades más vitales, comencé a relacionarme de un modo distinto con los alimentos, recordando que esta manzana que llega a mis manos comenzó como una pequeña semilla que alguien sembró y que luego creció en la tierra, tierra que alberga infinidad de lombrices y seres microscópicos que devuelven los nutrientes al suelo, nutrientes que el árbol absorbe a través de sus raíces para hacer crecer sus ramas, ramas que al iniciar la primavera dieron una hermosa flor, flor que fue polinizada por unas laboriosas abejas, luego de lo cual nació una manzana, manzana que al madurar fue cosechada por una campesina, que la llevó a la feria, donde yo compré este maravilloso alimento, alimento que se convierte en parte de mi sangre, sangre que nutre al resto de mis células, células que se relacionan entre sí, conformando los órganos y tejidos, que en conjunto constituyen ese complejo sistema de relaciones que es mi cuerpo y mi ser...
En la medida en que fui recordando que somos parte de una red de relaciones mayor, comencé a entender mis/nuestros síntomas ya no como algo individual/aislado, sino como parte de un conjunto de señales que nos advierten que, como sociedad/humanidad, hemos descuidado demasiado nuestras relaciones en todos los niveles y, por ende, todo aquello que es fundamental para nuestra supervivencia, nuestro bienestar y nuestro desarrollo. Y la misma lógica relacional vale para la sanación también: re-aprender a amarme y a cuidar de mi misma me ha llevado a re-aprender a amar y cuidar de otros seres y viceversa, porque a fin de cuentas todos estamos relacionados, como un sólo cuerpo, como un solo ser. 

Este blog nació como parte de mi/nuestro camino de sanación/re-conexión. Mi intención al crearlo fue aportar con mi gotita de agua también, así como otras personas aportaron con la suya a mi vida, porque una gota más otras gotas se convierten en lluvia, y la lluvia es capaz de hacer que el desierto florezca.

Fotografía del desierto florido, por Oscar Fuentes Mardones, www.fotonaturaleza.cl



Flor del desierto, 1998

"Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar;
valor para cambiar lo que puede y debe ser cambiado,
y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro."
Reinhold Niebuhr

Notas

Cómo llegué a la alimentación viva 

Entrevista de Lau- raw, 2011



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