domingo, 31 de julio de 2011

Llama a tu espíritu de regreso...

Un regalo del libro "Anatomía del espíritu", de Caroline Myss

David Chetlahe Paladin (su verdadero nombre) me contó su historia en 1985; murió en 1986. Su vida fue un testimonio de la capacidad humana para lograr una clase de poder interior que desafía las limitaciones de la materia física. Cuando lo conocí irradiaba una especie de fuerza y poder excepcionales, y yo sabía cómo había conseguido lo que tantas personas desean conseguir. David fue uno de mis mejores maestros, una persona que dominaba la verdad sagrada del Respetaos mutuamente, y transmitía totalmente a los demás la energía de la sefirá de Yesod y el sacramento de la comunión.

David era un indio navajo que se crió en una reserva durante los años veinte y treinta. A los once años ya era alcohólico. En su adolescencia se marchó de la reserva, vagó durante unos meses y finalmente encontró trabajo en un barco de la marina mercante. Sólo tenía quince años, pero se hizo pasar por un chico de dieciséis.

A bordo del barco se hizo amigo de un joven alemán y de otro indio estadounidense. Juntos viajaron a los puertos de escala de todo el océano pacífico. David se dedicaba a dibujar, como pasatiempo. Uno de los temas qe dibujaba eran los búnkers que estaban construyendo los japoneses en las diversas islas de los Mares del Sur. Era el año 1941.

Sus dibujos de los búkers cayeron finalmente en manos de los militares estadounidenses. Cuando fue llamado a las filas, supuso que continuaría su trabajo de dibujante, pero lo enviaron a participar en una operación secreta contra los nazis. El ejército había reclutado a indios navajos y de otras tribus para formar una red de espionaje. Los agentes se situaban detrás de las líneas enemigas y transmitían información a la base principal de operaciones en Europa. Dado que todas las lineas estaban interceptadas, se utilizaban idiomas indios para evitar que el mensaje fuese interpretado.

En una ocasión en que David estaba detrás de la línea enemiga, fue sorprendido por soldados nazis. Los nazis lo torturaron de muchas formas, entre otras, clavándole los pies al suelo y obligándolo a permanecer de pie durante varios días. Después de sobrevivir a ese horror, fue enviado a un campo de exterminio porque era de "raza inferior". Cuando lo estaban empujando para que subiera a un vagón de tren, notó que le metían un rifle entre las costillas para que se diera prisa. Se volvió para mirar al soldado nazi: era el joven alemán que había sido su compañero a bordo del barco mercante.

Su amigo alemán consiguió que lo trasladaran a un campo de prisioneros de guerra, donde pasó los años restantes. Tras la libración, los soldados estadounidenses lo encontraron incosciente y moribundo. Transportado a Estados Unidos, David pasó dos años y medio en coma en un hospital militar de Battle Creek (Michigan). Cuando finalmente salió del coma, tenía el cuerpo tan debilitado por sus experiencias en el campo de prisioneros que no podía caminar. Le pusieron unas pesadas tablillas de refuerzo en las piernas y con muletas lograba recorrer distancias cortas.

David decidió volver a su reserva, para dar el último adiós a su gente, antes de ingresar en un hospital para veteranos de guerra donde pasaría el resto de su vida. Cuando llegó a la reserva, sus familiares y amigos se quedaron horrorizados al ver el estado en que se encontraba. Se reunieron en el consejo para decidir cómo podrían ayudarlo. Después del consejo, los ancianos se acercaron a él, le quitaron las tablillas de las piernas, le ataron una cuerda a la cintura y lo arrojaron al agua. "David, llama a tu espíritu- le ordenaron-. Tu espíritu ya no está en tu cuerpo. Si no lo llamas para que vuelva, te soltaremos. Nadie puede vivir sin su espíritu. Tu espíritu es tu poder."

Según me contó David, "llamar a su espíritu" fue la tarea más difícil de su vida. "Fue más difícil que soportar que me clavaran los pies al suelo.Vi las caras de aquellos nazis. Reviví todos los meses pasados en el campo de prisioneros. Sabía que tenía que desprenderme de mi rabia y mi odio. Apenas podía evitar ahogarme, pero oré para que dejar salir la rabia de mi cuerpo. Eso fue lo único que pedí, y mi oración fue escuchada."

David recueró el uso total de sus piernas y continuó con su vida. Se convirtió en chamán, pastor cristiano y sanador. También volvió a dibujar y conquistó la fama.

David Chetlahe Paladin irradiaba un tipo de poder que parecía ser la gracia misma. Tras sobrevivir a una confrontación con el lado más oscuro del poder, trascendió esa oscuridad y pasó el resto de su vida sanando y estimulando a las personas a "llamar a su espíritu" para que vuelva de las experiencias que extraen de su cuerpo la fuerza vital.

Ancient Dreamers (David Chetlahe Paladin)

2 comentarios:

  1. Acabo de leer esta hermosa historia, me hiso mucho sentido con lo que estoy viviendo personalmente... Estoy llamando a mi espíritu y he querido compartir este camino, pues creo que somos miles los que lo perdimos... un abrazo, desde La Serena...

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  2. Gracias por compartir, Paulina! Otro abrazo para ti! :-)

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